Predicador jubilado y comendador de este convento mercedario tapatío, fue el principal impulsor de la construcción del templo, que fue dedicado el 11 de mayo de 1710.
SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES
Situado en la avenida Hidalgo 412, en el primer cuadro de Guadalajara, es uno de los monumentos religiosos, más característicos e importantes de México por su historia, arte y cultura. Se edificó entre 1650 y 1721 para servicio del convento de la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos ahí establecido y luego para el culto público a cargo de la Arquidiócesis de Guadalajara, que lo convirtió en un centro de atención pastoral dedicado a la administración de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, gracias a la participación que en ello tuvo el celo y vida ejemplar del presbítero Juan José Anguiano (1850 - 1923), que luego de rescatarlo de la incuria lo administró durante 46 años, a partir de 1877.


El escultor queretano Mariano Pierusquía labró la escultura de Nuestra Señora de las Mercedes en 1835.

Imagen del escudo en el piso que da acceso al pasillo de los confesionarios.

Se admiran en el atrio la portería del antiguo convento y la fachada principal del recinto, de planta de cruz latina. El escudo se inspira en el de Cataluña.
Corte arquitectónico y detalle al interior de la nave
La atención espiritual del santuario está a cargo de un rector y muchos capellanes, que administran el sacramento de la reconciliación todos los días de las 7 a las 13 y de las 16 a las 19 horas. Las misas comienzan a las 7 de la mañana y sólo se interrumpen de las 15 a las 17 horas, para continuar de las 6 a las 8 de la noche. También hay adoración permanente del Santísimo Sacramento en una de las capillas anexas. Pocos templos en el mundo ofrecen este servicio que, según se dijo, hicieron posible, hace más de un siglo, la piedad y celo del presbítero Juan José Anguiano, que murió gozando de grande fama de santidad y cuyos restos descansan en el muro este de la sacristía.


En los medallones de las pechinas o enjutas de la cúpula octogonal del santuario se pintaron los retratos de cuatro santos que tienen el título de doctores de la Iglesia y fueron devotos de la Virgen María, entre ellos san Bernardo de Claraval (1090 - 1153), autor de muchas oraciones marianas.

El tesoro pictórico del santuario es el gran luneto que adorna la sacristía, obra de Diego de Cuentas, que lo concluyó en 1709 “a devoción de los pobres de la ciudad”. La obra describe la inspiración de fundar la orden que tuvieron el 1º de agosto de 1218 el caballero Pedro Nolasco, el rey Jaime I de Aragón y su confesor, el dominico san Raimundo de Peñafort y la exaltación en la gloria de las ramas masculina y femenina de la orden.

Los medallones sobre los vanos que circundan el presbiterio, pinturas de la mejor factura de la escuela novohispana, representan a los arcángeles. El del poniente, encima del ingreso a la sacristía, es san Gabriel.

Domina el retablo del altar mayor un templete marmóreo en cuyo interior se venera la imagen titular del santuario, Nuestra Señora de las Mercedes, a la que flanquean esculturas del fundador de la orden, san Pedro Nolasco (al este) y san Ramón Nonato, primer cardenal mercedario (al oeste).

Exquisita yesería de inspiración fitomorfa, dorada en oro de hoja, adorna las nervaduras y los pinjante de las bóvedas de los cinco tramos del santuario, figurando los pétalos y el pistilo de otras tantas flores de gran hermosura.

Los ocho gajos de la cúpula del Santuario convergen en una linternilla y descansan en un tambor, elemento estructural que además de elevar la cúpula permite, a través de vanos, el paso abundante de luz, dándole ademásde un efecto luminoso la sensación de estar flotando.

Inspirándose en el mural que en 1707 hizo Diego de Cuentas para la sacristía del santuario, el pintor jalisciense Rosalío González Gutiérrez (1892-1958) ilustró el carisma redentor de cautivos de la Orden de la Merced de la protección sobrenatural que a favor suyo ha tenido la Virgen María bajo este título, según se aprecia en el lado poniente del tercer tramo de la nave, en la que las ramas masculina y femenina de esta fraternidad reciben por medio de ella el favor divino.

Sobrios y elegantes retablos de gusto clasicista adornan el transepto o crucero de la nave. El del viento oeste honra al Sagrado Corazón de Jesús, cuya escultura flanquean las esculturas san José y el Niño Jesús (al viento este) y la de san Nicolás de Bari (al oeste).

Inspiradas en los grabados a las letanías lauretanas que hicieron en 1763 los hermanos Sebastián y Juan Bautista Klauber, cuatro pinturas al óleo adornan los vanos que circundan el transepto. El de la sacristía corresponde a la advocación Mater Purísima.

De las cinco capillas que complementan el santuario la de la Piedad, antigua sala de profundis del convento, antecede la sacristía. En ella se honra también al Niño Jesús de Praga y a San Judas Tadeo, en un hermoso retrato de Diego de Cuentas. Allí fue sepultado el primer Gobernador de Jalisco, Prisciliano Sánchez.

El órgano tubular del santuario, en la tribuna del coro, lo fabricó la casa alemana Walcker en 1920. Su consola es de tipo pupitre y su sistema de transmisión neumático. Consta de un teclado manual de 61 teclas, con extensión y pedalero linear de 32 notas, 7 registros, 4 tipos de acoplamientos y 337 flautas. Lo restauró en 1999 la familia Sandoval del Toro.
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El nombramiento como obispo de Guadalajara, en 1618, de quien fuera Maestro General de la Orden de la Merced, fue decisivo para el establecimiento del convento mercedario tapatío.

En 1874 rescató el abandonado templo mercedario, cuyo retrato ahora adorna el muro oriente del recinto, para ilustrar la calle a él dedicada.

A la edad de 28 años, recibió el templo casi en ruinas, consagrándose a restaurarlo en lo material y espiritual hasta su muerte.

En 1973 un sismo dañó la torre poniente del templo, que hubo de ser demolida. No se le repuso por ser muy posterior a la estructura original y no corresponder su diseño al conjunto. De la torre oriente sólo se conserva el primer cuerpo.

Pórtico de la capilla del Señor del Rescate (1718), luego de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (1871) y hoy del Santísimo Sacramento.

La fachada principal del santuario, de exquisita decoración barroca, consta de tres cuerpos. Encima del arco de medio punto que sirve de ingreso se aprecian, en tres nichos, la Virgen de la Merced al centro y a su derecha santa María de Cervelló y a su izquierda la beata mística Mariana de Jesús.

El campanario pequeño corresponde a las modificaciones hechas a la abandonada capilla del Señor del Rescate cuando se dedicó, en 1871, a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

La hermosa portería del convento, que aquí vemos en una fotografía antigua, sirve ahora de ingreso a las oficinas, pasillo de los confesionarios y capillas adosadas al santuario.

El venerable lego fray Simón de los Reyes fomentó con todo empeño, en 1718, la construcción de la capilla del Señor del Rescate, cuyas tres bóvedas de crucería aquí se aprecian.

En la planta y alzado arquitectónico del santuario admiramos la armonía de su planta de cruz latina, su cúpula octogonal , el atrio, su fachada barroca y el inconcluso campanario.