Biblioteca Iberoamericana

Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz

La Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, en el ángulo noroeste de la Plaza de la Universidad y de la calle de Colón, en el centro de Guadalajara, ocupa lo que se conserva del templo de Santo Tomás. Salvo el pórtico, su estructura se construyó a mediados del siglo XVII, para uso de los estudiantes del colegio jesuita de ese nombre, establecido allí en 1591. El extrañamiento de los jesuitas en 1767 y las vicisitudes de la historia de México, apenas sí nos han dejado esta evidencia, eso sí, monumental, muy sólida y hermosa, única reliquia del espacio que fue la cuna y el hogar de la educación media y superior en el Reino de la Nueva Galicia y en el estado de Jalisco.

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En el marco de la primera Cumbre Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno, que tuvo lugar en Guadalajara del 18 al 19 de julio de 1991, el templo de Santo Tomás se convirtió en sede de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz.

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El Colegio Jesuita de Guadalajara se dedicó a Santo Tomás de Aquino por dos motivos: por ser el celestial patrono del mecenas de la obra, el Cabildo Eclesiástico tapatío, y por tratarse de un escritor y pedagogo supremo.

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Al inaugurarse como sede universitaria, en la fachada principal del antiguo Colegio de Santo Tomás se puso el escudo de armas del Rey Carlos IV circundado por la inscripción Regia Guadalax[arensis], Scientiarum Schola, sub Carol[o] et Aloys[ia] Aug[ustis] [condita] MDCCXCII (Real Universidad de Guadalajara, Escuela de Ciencias, se fundó bajo el reinado de Carlos y Luisa, 1792).

Corte arquitectónico y detalle al interior de la nave

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En 1933, pintores del grupo Universidad (Jesús Guerrero Galván, José Parres Arias, Alfonso Michel y Francisco Sánchez Flores), empapados de los paradigmas sociales del nacionalismo mexicano, usaron como taller el aposento superior anexo al templo por el suroeste. Lo apodaron Olimpo house, y en él dejaron bocetos al falso mural pigmentos no aplicados sobre enjarre fresco– relacionados con la mujer y la fecundidad.

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El mural Opresión denuncia del clericalismo y el militarismo ocupa el lugar del demolido presbiterio.

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El mural norte del cuarto tramo de la nave exalta la agricultura.

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Las manos entrelazadas representan aquí el principio básico de la fraternidad.

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Se enfatiza aquí el valor crucial de la industria termoeléctrica.

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En el México de principios del siglo XX la industria azucarera ocupaba un sito muy prometedor.

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Los ocho gajos de la bellísima cúpula del templo descansan en un tambor de planta circular donde se practicaron otros tantos óculos y al centro una linterna única en el mundo.

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El mural oriental de la nave es el más relevante de los que aquí pintaron Amado de la Cueva y David Alfaro Siqueiros.

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Con torres y sin pórtico: así se veía por fuera, hasta 1827, el templo de Santo Tomás, modificado después de ese año para ser usado como salón de sesiones del Congreso del Estado de Jalisco.

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A finales del siglo XVIII, la obra material del templo y del colegio de Santo Tomás – que se extendió a la manzana contigua al poniente – alcanzó su esplendor gracias a los legados de Juan Cao de Saavedra, (1658, 35 000 pesos), Bartolomé Rodríguez de la Palma (1677, 18 000 pesos) y del canónigo Simón Ruiz Conejero, aplicados con probidad y celo por los rectores Juan Pineda, Juan de Palacios y Juan María Salvatierra.

A partir de 1591 el colegio tapatío de Santo Tomás quedó esencialmente involucrado en el nacimiento y desarrollo de la educación media y superior de la ciudad y la extensísima comarca de la que fue capital. Hoy, bajo la custodia de la Universidad de Guadalajara, tiene usos y fines culturales y académicos, especialmente bibliográficos.

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Sobria y severa: así fue, hasta 1875, la portada de ingreso al Colegio de Santo Tomás, y luego, a partir de 1792, de la Universidad de Guadalajara.

Información extra

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Juan María Salvatierra, S.J.

El Apóstol de California, adosó al templo de Santo Tomás, durante su trienio como rector del Colegio de este nombre (1693 - 1696) la capilla de la Santa Casade Loreto, donde fue sepultado.

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Matías de la Mota Padilla

1688 - 1766

Jurisconsulto y al final de su vida presbítero, autor de la Historia de la conquista del Reino de la Nueva Galicia en la América Septentrional, también fue sepultado en este templo.

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Francisco Javier Clavijero

1731 - 1787

Se cuenta entre los jesuitas expulsados de Guadalajara el 25 de junio de 1767 y el autor de la Historia Antigua de México, que publicó en Bolonia en 1780.

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Fray Antonio Alcalde

Gracias al gran benefactor de la humanidad, el Colegio de Santo Tomás se convirtió en claustro de la Real Universidad de Guadalajara, que abrió sus puertas el 3 de noviembre de 1792.

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En 1586, a instancias del cuarto obispo de Guadalajara, fray Domingo de Arzola, O.P., (1582-1590), llegaron a esta ciudad religiosos de la Compañía de Jesús. El Cabildo Eclesiástico les favoreció con dinero suficiente, de modo que cinco años después pudieron establecer el Colegio de Santo Tomás de Aquino de “altos estudios de latinidad”, bajo la modalidad pública y gratuita, sostenido con las rentas de la hacienda de Toluquilla hasta la expulsión de los religiosos, en 1767.

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El 8 de julio de 1914 la ciudad de Guadalajara fue tomada por grupos armados simpatizantes del caudillo Venustiano Carranza, con Álvaro Obregón como jefe. El edificio se convirtió en cuartel y caballeriza y poco después, por órdenes del gobernador militar Manuel M. Diéguez, seccionado para prolongar la calle de Galeana. La sección poniente la puso en venta el gobierno y la restante sirvió como Dirección General de Estudios Superiores hasta 1937, cuando a cambio de medio millón de pesos el Gobernador Everardo Topete la vendió a particulares, que demolieron el antiquísimo y monumental recinto para convertirlo en un edificio comercial.

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Un renovado furor anticlerical, como el que entre 1860 y 1875 redujo a escombros los edificios auspiciados por la Iglesia en Guadalajara que no eran templos (sobre todo conventos), se actualizó entr e 1914 y 1937, ensañándose ahora con éstos. Casi todos fueron confiscados y hasta derruidos.

El Colegio de Santo Tomás de Aquino de Guadalajara lo fundó en 1591 el P. Pedro Díaz, jesuita destinado a la Nueva España por San Francisco de Borja, en la manzana que para ello donaron los hermanos Luis y Diego de los Ríos, en la encrucijada de las dos arterias comerciales más relevantes de la ciudad: la desembocadura del camino a México (la Calle Real, hoy de Pedro Moreno) y el Camino Real de Colima (la calle de la Aduana, hoy de Colón). De ahí salieron los misioneros de Sonora y de California.

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